Bendita generación la del 88, piensa uno cuando tiene enfrente a Blanca Suárez y Ana de Armas. Poco más de 20 años y ahí están, quitando el hipo y parte del sueño a tres millones de españoles que las siguen todos los martes en Antena 3. Peor es si uno se da un paseo por Internet. Uno tiene que volver a mirar la edad de nacimiento porque cree haber sido engañado, webs dedicadas a ellas, foros hablando de sus personajes... estas chicas están dejando huella.
Y es que cuando uno pone los pies en los decorados de ese internado y ve lo que allí se está fraguando, le gustaría estar matriculado de por vida en este lugar. No hay muchas plazas, porque los que allí están parece que no se van... a no ser que les maten. No todo es bueno entre esas paredes.
Lo dicho, que El Internado se mete en su sexta temporada y aquí nadie desvela nada. Sólo que, para que la gente no se aburra, El Internado abre sus puertas a Cristina Marcos (Alicia), nueva profesora de filosofía, Natalia López (Clara), nueva profesora de danza, y dos estudiantes superdotados, Nani Jiménez (Amaia), y José Angel Trigo (Rubén). Feos no son. Es lo que tienen los internados de élite.
Pero volvamos a nuestras chicas. Cara y cruz en la serie y en la vida, porque Ana de Armas, buena y valerosa en la ficción, puede cortarte como un cuchillo afilado cara a cara. No se anda con chiquitas. Te mira, te analiza, piensa lo que dice y allí va a la yugular. Ojito con meter la pata. A su lado Blanca Suárez, sexy, intrigante y desafiante en la serie, se convierte en una niña dulce, sonriente y tierna cara a cara.
Una mezcla, la de ambas, que combina dos sabores a cada cual más apetecible. Aunque quién sabe, son actrices, uno las ha visto transformarse de niña a mujer en sesiones de fotos, sonreír, odiar… en suma, interpretar que son lo que no son. Su trabajo consiste en eso: que no sepamos qué se esconde detrás. Intentamos descubrirlo en unos minutos conversando con ambas. No es tarea fácil. ¿Quién puede conocer a nadie en unos minutos? Ya cuesta en un Internado…
¿Sois las dos mujeres de armas tomar?
Blanca se ríe por lo bajo y Ana no se corta.
Ana: ¿Por qué tenemos que ser mujeres de armas tomar?
Bueno, suelen llamarse así a las mujeres con muchos carácte, con personalidad y agallas.
Ana: Bueno, yo sí tengo muy mala leche y mucho carácter. Sí.
Blanca: Yo soy más calmada, bastante más pasiva. Hombre, depende. Si me calientas al final salto, pero suelo estar más calmada que ella.
Ya que estáis tanto tiempo juntas y os lleváis bien, ¿podrías confesar lo que más os gusta y lo que menos la una de la otra?
Ana: Como somos amigas y nos complementamos muy bien, lo que no me gusta de ella se lo digo a ella, no te lo voy a contar a ti ahora.
(Lo dicho, ojito con lo que dices, toca recular. Esta chica es una fiera… aunque tras unos segundos se explaya con las virtudes, como buena amiga que es).
Ana: Blanca tiene muchas virtudes, entre ellas, la paciencia y saber escuchar. Es una gran compañera y siempre está al lado tuyo.
Blanca: Me gusta mucho su carácter, me hace mucha gracia cuando se enfada. Con ella siempre sabes que va a haber alguien a tu lado cuando te hace falta. Te empuja con la mano para que sigas hacia delante.
Ana ha dicho que los españoles parecemos más fríos, más inseguros a la hora del trato con la gente que los cubanos
(Ana es cubana, aunque dice que no la reconocen como tal, delgada y blanca como es. Si la oyes hablar caes en la cuenta de que no es de Carabanchel. Eso seguro).
¿Sigues pensando lo mismo Ana, y a ti Blanca, qué te parece esa opinión?
(Una voz surge de la espalda pidiendo que se pregunte por la serie). Lo haremos, lo haremos, pero con estas chicas se le va uno el santo al cielo.
Ana: Eso va en el carácter de las personas. Los cubanos son abiertos para unas cosas. Deberían desarrollar otras en las que son cerrados. Eso va con el carácter y la cultura del lugar. No es ni mejor ni peor. Los cubanos ven la vida de otra forma.
Blanca: Yo opino igual. La forma de desenvolverse de la gente de Cuba es más abierta, tienen menos miedo al contacto físico. Y eso que los españoles somos de lo más cálidos, tal vez tengamos más miedo a relacionarnos, a tocarnos, pero creo que no nos diferenciamos tanto.
Hablemos del Internado. ¿Creéis que esta serie es un tratado sobre la amistad, aunque se camufle dentro del misterio?
Ana: Están las niñas, los mayores y nosotros. La verdad es que lo que une todo es la amistad. Pase lo que pase, si hay alguien en peligro, al final acabamos perdonando, estamos juntos…
Blanca: La amistad es lo más importante, es lo que al final queda. Los amigos son lo mejor que tenemos las personas. Es un valor que se mantienes en la serie.
Ana: Da igual que se sea adolescente, niño… No están nuestros padres, sólo nos tenemos a nosotros en la serie, y la amistad la cuidamos mucho.
¿Tenéis miedo de que maten a vuestros personajes? Y en el plano personal ¿Teméis algo?
Ana: Yo no le tengo miedo a nada.
Blanca: Si matan a los personajes no pasa nada, a otra cosa.
Ana: Lo que hay que hacer es disfrutar de cada rato que estás en esta serie. Los guionistas sabrán lo que es mejor para que funcione. No creo que esta temporada sea la última de la serie.
Blanca: Yo tampoco creo que vaya a ser la última temporada.
Convivir con la gente del internado, imagino que convierte esto en un cursillo permanente tanto interpretativo como vital.
Ana: ¡Lo que se aprende aquí!
Blanca: Inconscientemente te fijas y dices: ¡Mira cómo ha hecho esto! Aprendes cosas de los demás, de los compañeros más jóvenes y de los veteranos.
Ana: Aquí se aprende de todo también a nivel humano. La paciencia, las horas de trabajo, saber que estás currando que esto no es una fiesta. Cada secuencia, cada sentimiento te hace trabajar.
Porque aquí echáis más de ocho horas…
Ana: La gente no se imagino lo que es. Madrugar muchísimo, estudiar en casa…
Blanca: No es tan bonito como piensa la gente que lo ve en casa diciendo cómo se lo pasan…
Ana: La verdad es que nos lo pasamos bien.
Blanca: Pero estamos trabajando
Ana: ¡Menos mal que nos reímos entre nosotros! Es que la serie no es un chiste, ni mucho menos.
Y el tiempo de la entrevista tampoco lo es. Y toca a su fin, bruscamente, como terminan algunos de los personajes de la serie. Qué miedo esto del Internado. ¡Y qué generación la del 88!
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