Iván y Marcos están rodando las últimas escenas de 'El Internado'. Hace un calor pegajoso, pero las cámaras no se detienen en agosto. Todo tiene que estar montado para que en otoño se emitan los siete capítulos que pongan punto final a una de las series más exitosas de los últimos años. Yon González y Martín Rivas, los actores que dan vida a dos de los personajes más queridos (y deseados) por los espectadores, hacen balance de estos tres años y medio de rodaje. Porque del futuro poco pueden hablar. La productora mantiene el máximo secretismo sobre los tres últimos capítulos. Ni siquiera los actores saben sus diálogos. «Yo no tenía pensado decirle nada a nadie y siempre hemos procurado que nunca se filtre información», explica Rivas. Su compañero de fatigas no le da más vueltas: «Es una decisión y ya está. Prefiero la sorpresa para saber qué pasa. Como todo el público».
Esta política de silencio incluye que los actores no sepan cuál va a ser su réplica ni qué pasará en la hora siguiente de rodaje. «En realidad, lo que ocurre al resto no tiene por qué condicionarme en la interpretación si llega la información por otras vías. Incluso, a veces, saber lo que le va a pasar a tu personaje en el futuro es contraproducente», reflexiona Rivas. A González tampoco le quita el sueño, persuadido de que el último capítulo no dejará a todo el mundo contento. «Conseguir dejar satisfecho al público es complicado, sobre todo si tienes en cuenta todas las historias que han sucedido a lo largo de las temporadas. Los guionistas lo van a tener bastante, pero bastante complicado», sugiere entre risas.
La vida de estos dos jóvenes cambió cuando les llamaron para hacer la serie. «Sería interesante hacer un ejercicio de reflexión cuando acabe 'El Internado' para ver qué cosas han cambiado», reflexiona el actor gallego. Para González la serie se ha convertido en su escuela de interpretación, ya que él no ha podido ir a ninguna. «Lo único negativo que puedo sacar de todo esto es la poca intimidad que tengo ahora en la calle, pero todo lo demás es positivo», comenta el actor guipuzcoano, cuyo personaje ha ido creciendo con el tiempo en «tramas cada vez más complejas». Ahora, le inquieta el futuro a largo plazo. Porque, por el momento, ya tiene planes para el próximo año. A partir de enero, se pondrá a las órdenes del director catalán Joan Cutrina para protagonizar en 3D 'Alfa'.
Fans y cura de sueño
En cambio, su compañero de batallas no ha notado tanto el cariño excesivo de las seguidoras. «Nunca he percibido ningún acoso ni nada por el estilo. Tal vez en el Festival de Málaga, porque es un lugar más propicio para estas cosas», admite Rivas. Tampoco le preocupa en excesivo dar con un nuevo trabajo de forma inmediata. Necesita una «cura de sueño» para recuperarse del rodaje de más de 70 capítulos y la presión de las audiencias. «No es una decisión que me haya impuesto, lo que pasa es que no tengo muchas fuerzas. La verdad es que estoy cansado y me gustaría tomarme un descanso», confiesa el coruñés, con muchas ganas de volver a casa en septiembre. Sólo le sacaría de este descanso un proyecto «con algún director o actor que admire».
Los dos saben que 'El Internado' sólo les ha abierto una puerta y que ahora es cosa suya acertar con los proyectos que les vengan. «Hay que aprovechar el tirón, porque son pocos los afortunados de tener una oportunidad así», reconoce González. «Es una realidad que está ahí. No hay que buscar fantasmas de una forma gratuita. Espero que alguien me llame y seguir viviendo de esto», tercia Rivas, consciente de que la ola de 'El Internado' pasará en breve.
Mientras tanto, continúan metidos en sus famosos uniformes azules de colegiales. Yon González se lo quiere llevar y enmarcarlo. Martín Rivas apuesta por su anillo. No quiere cometer el mismo error que en 'Los girasoles ciegos'. Le ofrecieron coger algo del atrezo y se fue con las manos vacías. Además, se llevarán un buen puñado de recuerdos del colegio, «de toda la gente que hace posible esto». «Para nosotros, 'El Internado' son ellos, como para el público la series somos nosotros, este escenario, el decorado o el uniforme».
Esta política de silencio incluye que los actores no sepan cuál va a ser su réplica ni qué pasará en la hora siguiente de rodaje. «En realidad, lo que ocurre al resto no tiene por qué condicionarme en la interpretación si llega la información por otras vías. Incluso, a veces, saber lo que le va a pasar a tu personaje en el futuro es contraproducente», reflexiona Rivas. A González tampoco le quita el sueño, persuadido de que el último capítulo no dejará a todo el mundo contento. «Conseguir dejar satisfecho al público es complicado, sobre todo si tienes en cuenta todas las historias que han sucedido a lo largo de las temporadas. Los guionistas lo van a tener bastante, pero bastante complicado», sugiere entre risas.
La vida de estos dos jóvenes cambió cuando les llamaron para hacer la serie. «Sería interesante hacer un ejercicio de reflexión cuando acabe 'El Internado' para ver qué cosas han cambiado», reflexiona el actor gallego. Para González la serie se ha convertido en su escuela de interpretación, ya que él no ha podido ir a ninguna. «Lo único negativo que puedo sacar de todo esto es la poca intimidad que tengo ahora en la calle, pero todo lo demás es positivo», comenta el actor guipuzcoano, cuyo personaje ha ido creciendo con el tiempo en «tramas cada vez más complejas». Ahora, le inquieta el futuro a largo plazo. Porque, por el momento, ya tiene planes para el próximo año. A partir de enero, se pondrá a las órdenes del director catalán Joan Cutrina para protagonizar en 3D 'Alfa'.
Fans y cura de sueño
En cambio, su compañero de batallas no ha notado tanto el cariño excesivo de las seguidoras. «Nunca he percibido ningún acoso ni nada por el estilo. Tal vez en el Festival de Málaga, porque es un lugar más propicio para estas cosas», admite Rivas. Tampoco le preocupa en excesivo dar con un nuevo trabajo de forma inmediata. Necesita una «cura de sueño» para recuperarse del rodaje de más de 70 capítulos y la presión de las audiencias. «No es una decisión que me haya impuesto, lo que pasa es que no tengo muchas fuerzas. La verdad es que estoy cansado y me gustaría tomarme un descanso», confiesa el coruñés, con muchas ganas de volver a casa en septiembre. Sólo le sacaría de este descanso un proyecto «con algún director o actor que admire».
Los dos saben que 'El Internado' sólo les ha abierto una puerta y que ahora es cosa suya acertar con los proyectos que les vengan. «Hay que aprovechar el tirón, porque son pocos los afortunados de tener una oportunidad así», reconoce González. «Es una realidad que está ahí. No hay que buscar fantasmas de una forma gratuita. Espero que alguien me llame y seguir viviendo de esto», tercia Rivas, consciente de que la ola de 'El Internado' pasará en breve.
Mientras tanto, continúan metidos en sus famosos uniformes azules de colegiales. Yon González se lo quiere llevar y enmarcarlo. Martín Rivas apuesta por su anillo. No quiere cometer el mismo error que en 'Los girasoles ciegos'. Le ofrecieron coger algo del atrezo y se fue con las manos vacías. Además, se llevarán un buen puñado de recuerdos del colegio, «de toda la gente que hace posible esto». «Para nosotros, 'El Internado' son ellos, como para el público la series somos nosotros, este escenario, el decorado o el uniforme».
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