A sus veinticuatro años ya ha trabajado con directores de la talla de Pedro Almodóvar, Imanol Uribe o Eduard Cortés. Sin embargo Blanca Suárez se mantiene con los pies en la tierra. “Intento vivir todo esto con el máximo relax posible. Estoy intentando controlar las emociones porque son muchas cosas juntas”, confiesa la joven actriz a Vanitatis en la alfombra roja del Festival de Málaga.
Allí, a pesar de no haberse llevado ningún galardón, la madrileña se ha convertido en protagonista indiscutible del certamen gracias a la presentación de sus dos nuevos trabajos, Miel de Naranjas y The Pelayos, cinta en la que comparte cartel junto a su pareja, Miguel Ángel Silvestre.
“No esperaba nada. Solo esperaba que las películas gustaran a la gente, que para eso venimos a presentarlas”, confiesa Suárez, quien afirma que ha vivido estos días en la capital malacitana “con mucha intensidad: Málaga no se puede vivir de otra forma: con intensidad y emoción”.
También ha recibido el calor del público, quien hacía prácticamente imposible escuchar las declaraciones de la joven debido a sus gritos. Ella, siempre con una sonrisa de oreja a oreja, afirma que lo lleva bien. “Esto te da subidón. Pasas por aquí, ves que te gritan y gusta. No me molesta para nada”.
La actriz es consciente de que, aparte de los premios de la crítica, ese público es el mismo que hace que sus cintas tengan o no recorrido en la taquilla. “Doy importancia a ambos premios, tanto al de la crítica como al del público. Unos son profesionales que se dedican a ello y los otros son el público que son los que pagan una entrada para ir a verte la cine”.
